lunes, 10 de noviembre de 2008


"...Para neutralizar esas imágenes persistentes, hizo como todos los días: tomó un cuaderno que siempre tenía a mano y se dedicó a escribir, repetidamente como si fuera un castigo escolar, la palabra “esparadrapo”. Llenó varios renglones con una caligrafía uniforme, concentrándose en no levantar la mano hasta no concluir cada palabra. Escribió con trazos circulares, dibujando cada letra con atención y se detuvo para mirar con detenida observación las líneas que se estiraban sobre el papel blanco. Comparó su escritura con otras anteriores y concluyó que las variaciones eran casi imperceptibles. Su intención era llegar a escribir “esparadrapo” de una única manera y entonces repetirla hasta llenar cientos de cuadernos, con una grafía que resultara imposible de diferenciar."

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